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Sin embargo, la industria farmacéutica parece no comprometerse mucho. Tan solo hace falta tomar un prospecto y leer en la sección de “Precauciones: Embarazo y Lactancia”. Cuántas veces aparece:
Y así miles de ejemplos.
¿Y cuál es el problema de esto? Que la posibilidad teórica de que existan efectos secundarios en el lactante es un motivo de abandono de lactancia, ya sea por prescripción facultativa, o por temor de la propia madre.
Sin embargo, “las indicaciones sobre compatibilidad de los medicamentos con la lactancia, elaboradas por la industria farmacéutica y plasmadas en la ficha técnica y el prospecto del medicamento, no deben ser la única fuente de información. Muchas veces esas indicaciones no se sustentan en datos científicamente contrastados y obvian los beneficios de la lactancia materna para la salud de la madre y el lactante”. No debe existir el “por las dudas no lo tomes” o “ por las dudas suspendé la teta”. Sino que debe haber una evaluación profesional de riesgos/beneficios sobre la mamá y el lactante.
“Desaconsejar la lactancia debe basarse en el principio científico del riesgo comprobado que un fármaco tenga en la salud del lactante o de la madre y no en información no referenciada o en prejuicios clínicos”.
Cada vez más mujeres amamantan y durante más tiempo. Más del 90% de ellas toman medicamentos durante el periodo de lactancia y el temor a efectos secundarios en el lactante es causa frecuente de supresión de la lactancia.
Pero cabe aclarar que son pocas las enfermedades maternas cuyo tratamiento contraindique de modo absoluto la lactancia.
Para que un medicamento interfiera en la lactancia materna, tiene que ocurrir:
Para que un medicamento tomado por la madre pueda afectar al lactante, debe antes haberlo excretado el lactocito (célula cúbica del epitelio alveolar mamario) en la leche materna, a partir del plasma sanguíneo.
En la práctica, los profesionales sanitarios, con conocimientos básicos de farmacocinética y utilizando buenas guías, podemos asesorar adecuadamente a mujeres que lactan y deben tomar medicamentos o realizarse exploraciones complementarias.
Esta rama estudia como se “mueve” el medicamento dentro del organismo al administrarlo por una vía determinada.
Empecemos por determinar las vías de administración:
Generalizando, las primeras dos vías son las que alcanzan concentraciones significativas en sangre del medicamento (también llamadas concentraciones plasmáticas, Cp.).
Pero además, una vez que el medicamento llega al plasma (ya sea por absorción intestinal o por una inyección parenteral) puede sufrir metabolismo hepático (Click aquí para otro post relacionado). Es decir, el medicamento se somete a una serie de reacciones químicas que lo transforman. Y luego de este paso, se encuentra biodisponible para reaccionar con el sitio blanco en cuestión.
Una vez biodisponible, puede ir hacia el tejido mamario. Pero para que el lactocito lo excrete a la leche tiene que darse una serie de condiciones:
Un medicamento se considera seguro cuando la dosis recibida es menor al 10% de la dosis habitual recomendada:
Si ese medicamento es de uso pediátrico, la concentración teórica diaria sería la que alcanza en leche (dato farmacocinético que se puede buscar) por la concentración de la ingesta diaria de leche del niño.
Si ese medicamento no es de uso pediátrico, la comparación se hace con la dosis habitual materna ajustado en mg/Kg/día con un peso promedio de la madre de 60 Kg.
Pero hay que destacar que cuando el bebé toma ese leche, el medicamento también pasa por los mismas etapas como una administración enteral (descomposición por la acidez estomacal, absorción en intestino, metabolismo hepático, etc.). Así que las concentraciones del medicamento también pueden seguir disminuyendo.
Cabe aclarar que es necesario considerar un estudio específico cuando se trata de niños prematuros y recién nacidos, ya que sus órganos encargados del metabolismo y excreción de fármacos (intestinos, hígado, riñones) no están totalmente desarrollados.
En los tiempos que corren, cada vez más se prolonga (y por suerte) la lactancia materna. Sin embargo, es probable que la madre durante dicho período deba someterse a algún tratamiento farmacológico. La posibilidad teórica de efectos secundarios en el lactante es un motivo de abandono de lactancia, ya sea por prescripción facultativa, o por temor de la propia madre.
Como esta determinación debe ser basada en la evidencia y no en “por las dudes no le des”, comparto algunos sitios webs con información fidedigna:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/
https://www.nlm.nih.gov/toxnet/index.html
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK501922/
Sirve muchísimo porque allí hay datos farmacocinéticos que ayudan al profesional y a la decisión por tomar. Está avalada por el comité de lactancia materna de la Asociación Española de Pediatría y la IHAN España, entre otros organismos sanitario.
Cada vez más mujeres amamantan y durante más tiempo. Más del 90% de ellas toman medicamentos durante el periodo de lactancia y el temor a efectos secundarios en el lactante es causa frecuente de supresión de la lactancia. Sin embargo esta decisión debe basarse en evidencia científica, y no “por si las dudas” o “por miedo”. Un profesional evaluará tanto la salud de la madre como la del lactante y tomará la mejor decisión.
Concluyendo este posteo, quiero que quede claro que antes de suspender la lactancia materna por algún tratamiento farmacológico, hay que consultar con un profesional competente. La decisión NO lo determina una página, una ficha, o un trabajo; sino un análisis específico del caso que unifica conceptos y establece un balance riesgo/beneficioso para esa mamá y ese bebé.
Si te quedaron dudas, escribime!
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